
La vida está llena de todo tipo de experiencias extraordinarias, con un sin fin de matices y emociones, que nos hacen sentir y vivir. Compartir nuestras alegrías y éxitos nos engrandece el corazón, así como compartir nuestras tristezas y dolores nos apapacha el corazón. Encontrar a la persona con la elegimos compartir estas experiencias nos llena de luz nuestra vida, es como si de repente todo brillara más y la manera en que ves la vida cambia. Es volverte un poco más tonto, más loco, más atrevido, más valiente. Abrir tu corazón y compartirlo de lleno con esa persona especial, que te roba hasta el aliento, es de valientes. Es estar en ese hermoso lugar de ser vulnerable, de amar y de ser amado.
Cuando uno se ama así mismo, se conoce y puede llegar a vislumbrar lo que quiere y desde ahí dejarse sentir la necesidad de alguien en tu vida, es como si le mandaras un mensaje a la vida para ponga en tu camino el encuentro de una pareja que te complemente y te acompañe.
Desde el momento en que se conocen hasta llegar a atraerse mutuamente, se va creando un vínculo afectivo entre los dos. Comienzan a conocerse, ir descubriendo cada detalle el uno del otro, las cosas lindas y las no tan lindas, hasta poder llegar a tomar la decisión de unir sus vidas en un compromiso más formal.
Una relación de pareja es un encuentro de pares, de dos iguales, pero distintos. Dos seres completos que buscan compartir la vida con otro. Se va descubriendo el amor y la pasión que son el fuego que motiva la relación, avivando el deseo de no separarse más. El tiempo va suavizando este fuego por lo que es necesario seguir cultivándolo, buscar el equilibrio entre el dar y recibir, el respeto y admiración por la persona amada. Todos esto va entre tejiendo la relación afectiva.
El que ama esta dispuesto a renunciar a su conveniencia propia, así poder ver al otro; invertir tiempo en la relación, buscar la intimidad de pareja; proyectar ternura, suavidad y comprensión en las experiencias que van viviendo como pareja y cada uno de manera individual.
La relación de pareja se va cultivando y podando como si fuera una planta viva. La relación crece y flores, dando frutos hermosos. También puede secarse y apagarse, si dejas de cuidarla. De la misma forma que las plantas, las relaciones de pareja van creciendo y floreciendo, se van transformando.
Un vínculo de pareja se va transformando, se invierte tiempo para mantenerlo, se acepta y se ama a la persona tal y como es; la interacción entre dos personas es un arte, es un sueño creado por dos que busca que ambos sean felices y no solo uno, cada uno debe de ser responsable de lo que le corresponde. Dos seres con su propio camino y destino, al encontrarse unen eso caminos en paralelos, caminando juntos, lado a lado, viviendo experiencias y creando momentos inolvidables.